“No hay espacios vacíos en la poesía de Jorge Boccanera. Cada palabra extiende la mano hacia la siguiente, la agarra con firmeza, de modo que la intensidad de sentido se ve duplicada y luego se multiplica en un crescendo continuo en que la evidente y a veces dolorosa belleza formal, al contrario de distraer al lector con la sustancia del poema, atrapa la respiración (a mí me la capturó), como si aún ese imperceptible movimiento del cuerpo debiese perturbar el peso de las palabras y su armonía profunda”.
José Saramago (Palabras sobre el libro Bestias en un hotel de paso)